sábado, 28 de febrero de 2009

Los nombres de la libertad


“Los embargos sólo son eficaces si son realmente multinacionales y van dirigidos contra países totalmente aislados, de monocultivo (petróleo o armas, da igual) y muy dependientes de la potencia o potencias que los imponen. Si analizamos con atención los principales en vigor (Irán, Corea del Norte, Cuba…), ninguno tiene el efecto buscado -acabar con el régimen embargado-, más bien lo contrario. El ejemplo sudafricano tampoco sirve. Sin Mandela y sin el fin de la URSS, no habría funcionado.” Esa frase la leí hace unos días en El Mundo. No me tomaré el trabajo de contradecirla porque ella se contradice a sí misma. Lo que me preocupa aquí no es discutir las razones de la ineficacia obvia del embargo sino esa comparación con Sudáfrica. Le concedo al redactor del artículo la importancia de Mandela sobre todo en calidad de símbolo. Y no es que la causa de la libertad cubana carezca de equivalentes a Mandela.
Oscar Elías Biscet, por ejemplo, no cede en ejemplaridad moral ante el luchador antiapartheid. Entregado a la lucha pacífica por la democracia y el respeto a los derechos con la excepción de unos breves meses ha pasado los últimos diez años en prisión. Ni siquiera el gobierno cubano se ha atrevido a acusarlo de los cargos de sabotaje por los que Mandela fue enviado a prisión. Sin embargo ha habido una reticencia en identificar la causa de la democracia cubana con un nombre, por limpia que sea su trayectoria como es la de Biscet. Es esa a un tiempo la reacción natural de rechazo al caudillismo que ha paralizado al país durante medio siglo y un conjuro contra la futura aparición de nuevos caudillos.
Comparto esas prevenciones pero también entiendo que a nivel sentimental y simbólico es imposible hacer atractiva la causa de la libertad y la democracia cubanas sin darle nombre y apellidos. Biscet se puede convertir en el nombre de una causa como Mandela lo fue de la suya. De Biscet sabemos poco más allá de una firmeza a toda prueba y el miedo que inspira al régimen que lo ha retenido una década en prisión y todavía le reserva 19 años más tras las rejas. Veintinueve años en prisión por oponerse pacíficamente es algo que sobrepasa lo tolerable por cualquier ser humano medianamente sensible al sufrimiento de los otros.
A lo anterior hay que añadirle un detalle decisivo. El ensañamiento contra Biscet no obedece sólo a su oposición. Todavía más imperdonable le parece al régimen el hecho de que sea negro. Al paternalismo despiadado del castrismo le resulta inadmisible que sea precisamente un miembro de una raza supuestamente liberada por ellos se les oponga con tanta firmeza. El único sentimiento admisible en un negro cubano es de un agradecimiento eterno e incondicional. El castrismo nunca ha tolerado ningún detalle desmienta ese mito con el que pretenden confundirse con Carlos Manuel de Céspedes y todos los próceres que ayudaron a ponerle fin a la esclavitud. Por todo eso el nombre de Biscet debería mencionarse en cada protesta a favor de la libertad cubana y debiera ser el centro de cada campaña por el respeto a los derechos humanos en la isla.
No se trata de olvidar al resto de los condenados en la primavera del 2003 o de los que ingresaron a prisión antes o después, pero debe reconocerse que pedir hoy la libertad de los 75 además de impreciso (hoy el número anda por la media centena) enfrenta la misma falta de atractivo de cualquier estadística. Exigir la libertad de Biscet es bastante más que un símbolo. El nombre de Biscet -junto a su imagen indómita- puede convertirse en el de nuestra futura libertad mediante la asociación persistente y reiterada entre uno y la otra y conferirle a la libertad una seducción que nunca podría conseguir esa abstracción que en Occidente suele darse por sentada.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Biscet presidente!

Anónimo dijo...

Muy bien, brother.

Anónimo dijo...

Biset es un tipo valiente.
Ahora, a Biset lo cago Bush con la medalla de la Libertad. Bush y el clan Batistiano. Hace falta un poder de abstraccion gigantesco para separar todo lo retrogrado que esta gente representa de las buenas razones que asisten al reconocimiento del empuje de Biset. A menos que este ultimo tome clara distancia de eso, no creo que gane el apoyo mayoritario que lo convierta en un simbolo efectivo. Y si no lo tomara, entonces es otro valiente mas en el lado equivocado. De esos hay unos cuantos con tintes diversos. Huber Matos es el mas conocido.
Por favor, hace falta un movimiento pro-democracia sin esos lastres. El problema con los homenajeantes no es solo lo que representan, sino lo que son: Batistianos confesos. Es una alianza inevitable? Maldita sea. Yo eso me lo trago solo con un prologo como el del libro de Zoe Valdez sobre lo mitologico fidelista: no me importa la historia.

Anónimo dijo...

Biscet es el disidente con más coraje (léase timbales) de todos los que han pasado por las prisiones cubanas.
Tengan en cuenta que luego de un montón de años, lo dejaron en libertad y no había pasado un mes, cuando lo volvieron a encarcelar. Así todo, en los primeros días de esta segunda y larga estancia, cuando estaban "formando" gritó ¡libertad para Cuba! (o algo similar, no recuerdo bien) lo que le valió una temporada en una celda de castigo.
Y de él casi nadie habla.
No creo que sea por cuestión racial sino porque no se dio a la tarea de promocionarse, como otros, en el corto tiempo que estuvo en libertad o antes de ir a prisión. Él no es un "divo político" como otros; el no es un intelectual; el no es poeta. Es simplemente un hombre.
Y conste, no critico a disidentes intelectuales o poetas. Por el contrario, los admiro porque ha hecho lo que yo no me hubiese atrevido estando en Cuba.
Felicito a Enrisco una vez más porque siempre da en la diana en sus posts.

Enrisco dijo...

Inesita, durante toda la manifestacion el nombre y la imagen de Biscet estuvieron bien en alto. a ver que se nos ocurre para que eso se mantenga asi.