miércoles, 13 de mayo de 2009

Sede alternativa



Hace un par de meses una profesora de la Queen’s University me invitó a participar con una ponencia en un evento sobre la Revolución Cubana en su universidad. Antes de que pudiera responderle me escribió explicándome que lo lamentaba pero se había vetado mi asistencia. En el fondo me alegré porque no tenía ninguna ponencia disponible ni tiempo para inventármela pero no dejaban de molestarme los motivos por los que había sido rechazado. Tampoco pensaba armar un escándalo por razones sólo me concernían a mí pero en el curso de la semana pasada descubrí que no sólo yo estaba molesto con ese evento.
Lo que había pensado como una de las tantas verbenas académicas que se organizan por cualquier motivo se había convertido una celebración en toda regla de la dictadura más extensa que ha conocido un continente realmente ducho en dictaduras. Los pacíficos y amables canadienses no sólo habían condescendido en organizar esa celebración, a poner la casa y los bocaditos sino que también habían aceptado las reglas de juego de la dictadura: al evento asistiría sólo aquellos que no disintieran de la imagen idílica que el castrismo tiene de sí. Así que durante la semana más que celebrarse un nuevo ritual de la bobería académica Queen’s University se convertía en sede temporal de la tiranía más longeva de los tiempos modernos. Debería haber sido lo suficientemente insultante para los ciudadanos canadienses que son los que a la larga sufragan las universidades pero al parecer sólo lo fue para un puñado de cubanos que se aparecieron con pancartas frente a la universidad a manifestar su rechazo a la antes mencionada tiranía y sus representantes terrestres. Dije que Queen’s University se había convertido en sede de la dictadura cubana pero me desdigo. Al menos allí se pudieron manifestar gente que estaba en desacuerdo con ella sin ser golpeados o arrestados aunque sin dudas se les haya acusados de ser agentes del imperialismo como siempre ocurre en esos casos. Mis respetos para todos los que participaron en la manifestación y sin más los dejo con textos, fotos y declaraciones sobre el evento:

El seguimiento ejemplar de El Tono de la Voz aquí, aquí y aquí.

Donde se cuenta con imágenes incluidas incidentes durante la protesta en la universidad aquí.

Declaración de los manifestantes. Tomado de Cuba Independiente:

Al mismo tiempo que se celebraba el evento “50 años de Revolución Cubana” en Queen’s University con la presencia de la alta jerarquía política del régimen de La Habana, (entre los que se encontraban Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional y Mariela Castro, hija del autotitulado Presidente Raúl Castro) recibíamos la noticia que al Ministro canadiense de Relaciones Exteriores Peter Kent le habían negado la visa de entrada a Cuba. Ironías de la política y la diplomacia. Los castristas podían invadirnos, invadir nuestra democracia para infectar a los canadienses con sus mentiras y absurdas justificaciones; y, sin embargo, un Ministro y su política de “Relaciones constructivas” no podía ser admitido en Cuba, para hablar de ayuda economía y derechos humanos, probablemente porque en la reciente Cumbre de las Américas, Cuba fue acusada por el gobierno canadiense como violador de las libertades.

Esto puede ser una lección bien aprendida para los que piensan que a los Castro se les puede hacer cambiar con “Ramas de olivo” que simbolicen la tolerancia. Ellos utilizan las ventajas que les da nuestro sistema democrático, nuestro estado de derechos, y luego a cambio tratan de imponernos su sistema de chantaje y represión. A estos cínicos hay que presionarlos y repudiarlos constantemente, tal y como hicimos el pasado sábado 9 de mayo en la Universidad de Queen ubicada en la ciudad de Kingston a dos horas y media al este de Toronto.

Allí pudimos desahogar nuestras angustias reprimidas durante años en Cuba, donde no podíamos protestar contra las violaciones del régimen. Les aguamos la fiesta de clausura con nuestra tempestuosa irrupción. Representantes de Cuban Canadian Foundation llegaron desde Montreal, Ottawa y Toronto, para expresar nuestro más profundo repudio al régimen que oprime a los cubanos y engaña a los gobiernos que como Canadá tienen la intención de motivar cambios en la política del régimen cubano por medios diplomáticos. Por eso hemos hablado del fracaso de Canadá en su política hacia Cuba.

Los esbirros castristas invadieron nuestra libertad para confundir y engañar a los canadienses. Pero para nuestra sorpresa no había estudiantes participando en el discurso de clausura de Ricardo Alarcón y sus acompañantes. Los participantes pertenecían a grupos canadienses que apoyan al régimen comunista de La Habana y lejos de ser un evento academico y cultural como se había anunciado, resultó una especie de congreso de afiliados comunistas que viajaron desde todos los rincones de Canadá y pagaron 200 dólares al régimen por participar.

Desafortunadamente este evento fue patrocinado por la Ford Foundation y la Sherrit Company que invierte en petróleo, minas y nuevos hoteles en Cuba, a la vez que contamina y degrada el medio ambiente. Qué vergüenza para estos estúpidos capitalistas que apoyan al régimen castrista que en esencia niega la propiedad privada y la libre economía que ellos disfrutan aquí. Pero algún día tendran que rendir cuentas de sus acciones ante el pueblo cubano.

Por eso nos hemos pronunciado, bajo el frío y al final bajo la lluvia, durante horas para esperarlos afuera del edificio y gritarles “Fuera de aquí violadores de derechos humanos”. Que felices nos sentíamos con nuestros megáfonos y nuestros carteles gritándoles las cuatro verdades que los hiere. Algunos de los comunistas canadienses entraban al edificio apresurados y uno trató de disuadirnos hablando del bloqueo americano y le decíamos que el principal bloqueo que arruina a Cuba es el bloqueo interno contra todas las libertades que imponen los Castro. “Hipócritas -gritábamos- si les gusta el régimen de exclusión imperante en Cuba, váyanse a vivir allá y respeten la democracia”. Pero ninguno de los del régimen salió a enfrentarnos, se escondieron como ratas, y a pesar de que nos dividimos en pequeños grupos frente a las tres puertas de salida del edificio, pudieron escapar quizás por alguna salida subterránea. De todas maneras sintieron nuestro empuje y repudio allí donde más les duele, frente a todos, con nuestros testimonios, como testigos numero uno de lo que se sufre en Cuba.

Les dijimos “Si vuelven otra vez estaremos aquí nuevamente para enfrentarlos.”



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