viernes, 20 de mayo de 2011

Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin

Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin la gran novela del escritor ruso Vladímir Voinóvich es una de las lecturas más divertidas que haya tenido el gusto de leer en los últimos tiempos. Si Vida y destino de su compatriota Vasili Grossman es por su ambición panorámica y humanista una réplica del siglo XX a la Guerra y la Paz la novela de Voinóvich es la mejor respuesta que he encontrado a las Almas muertas de Gógol. El mismo ámbito pueblerino y miserable en toda la extensión de la palabra, el mismo absurdo rigiendo la vida del protagonista aunque Chonkin es desde cualquier punto de vista mucho más querible que Chíchikov, el oportunista consuetudinario de la novela de Gógol. Pero no es en el deseo de continuar la tradición de la gran novela rusa donde los caminos de Grossman y de Voinóvich se cruzan. Cuando todas las copias menos una del manuscrito de Vida y destino fueron ocupadas por la KGB fue Voinóvich el último eslabón de la cadena –que incluyó al afamado físico y activista por los derechos humanos Andrei Sajarov- que consiguió sacar la novela de Grossman a Occidente y publicarla allí. Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin es un libro que se gana por derecho propio un sitio especial en la BBG (o Biblioteca Básica del Gusano) o de cualquiera que le guste reírse un buen rato sin dejar de pensar. Como botón de muestra este fragmento en el que describe la esencia de los órganos de seguridad soviéticos.
En las lejanas épocas que describe el autor existía, ramificada por doquier, cierta Institución de carácter no tanto militar cuanto belicoso que, a lo largo de un dilatado número de años, había venido combatiendo hasta el acoso a sus propios conciudadanos con éxito permanente. Sus adversarios eran muchos, pero carecían de armas, factores ambos que hacían la victoria de la Institución a un tiempo inevitable e impresionante. La espada vengadora de la Institución pendía en todo momento sobre la cabeza de cada cual, pronta a caer pesadamente cuando fuera necesario o, sin más motivo que el de caer. La Institución había adquirido la fama de verlo todo, oírlo todo y saberlo todo, y de intervenir fulminantemente en cuanto algo dejaba de funcionar de la debida forma. Por esta razón solía decir la gente que si uno se pasaba de listo iba a parar al Lugar Apropiado, y que si hablaba demasiado acababa en el Lugar Apropiado. Semejante estado de cosas se consideraba de todo punto normal aunque, por su parte, piense el autor que no hay motivo para mostrarse listo, si uno realmente lo es. Como tampoco lo hay para que una persona no hable a su gusto, si cuenta con un interlocutor y un tema en que emplearse. […] Quien habla de lo que no debe va a parar al Lugar Apropiado, o sea, a la Institución citada. Posteriormente observaremos que dicha Institución observaba en su funcionamiento el siguiente principio: golpea a los propios y te temerán los ajenos. De los ajenos no pienso ocuparme, pero, en cuanto a los propios, puedo decir que éstos sí temían. Porque en efecto, en cuanto los ajenos daban muestras de agudización de sus contradicciones, de una crisis radical de sus sistemas o de un estado de corrupción generalizada, los propios eran prontamente cazados y llevados a rastras al Lugar Apropiado. Y ocurrió en más de una ocasión que, de puro copiosa la pesca de propios, no había en el Lugar Apropiado sitio para todos ellos.

4 comentarios:

Güicho dijo...

Lo disfruté hace justo 20 años[*] en alemán, pues por entonces no había edición española. Vóinovitch consigue meter al buen soldado Shveik en el Ejército Rojo.

Desde luego, el ruso no come con el checo, porque Yaroslav Hashek fue la pluma del diablo en la prosa satírica.


[*] Por la misma época conseguí leer también a Yevgueni Zamiatin y Andrei Platonov.

Enrisco dijo...

en los ochenta me lei un monton de rusos prohibidos pero Voinovich se me escapo por debajo del radar, me imagino que por la falta de traducciones. La comparacion con Hasek (que me encanta, te has leido los cuentos de un bolsillo y los del otro bolsillo?) es complicada porque para mi el gran merito del ruso es convertir el lado mas siniestro del estalinismo (frente al que el imperio Austro Hungaro parece un juego de niños) en asunto comico y en eso no he visto nada semejante. y no se trata de convertir el estalinismo en algo banal sino de llevar el miedo infinito que ese sistema producia hasta el ridiculo. en eso no se parece a nadie. pero por eso hablaba de "los ultimos tiempos" porque me encontre riendome como no lo hacia desde hace 20 años.

Güicho dijo...

Cierto, Tigre, hay que ser muy diestro para meterle humor a lo peor de la siniestra (zurda/izquierda.)

En comparación, los rancios Habsburgos eran un jamón. E igual Hashek les encajó un chucho universal. También me quedo con los cuentos, más que con Shveik. Todavía tengo la primera edición cubana de los cuentos, traducidos con encantador candor por una checa habanizada. Pero con el tiempo he reunido como 7 libros de cuentos en tres idiomas. Originalmente Hashek se los vendía a los periódicos, a veces por unas cervezas. Algunos cuentos se repiten en dos o hasta tres libros, pero en cada tomo hay narraciones únicas.

Enrisco dijo...

la segunda vez esta semana que me veo hablando de Hasek. la primera fue con el socio que me recomendo el de Voinovich porque los dos somos viejos admiradores de la literatura rusa y centro europea. hay una mezcla de alegria y desesperacion -sobre todo en los eslavos- y una suerte de campechania (en Hasek o en Capek es muy obvia) que me hacen sentir muy cerca todo lo que hacen. lo que me asombra de Voinovich era que lo hubiese ignorado tanto tiempo siendo tan bueno. antes de publicar la nota revise los sitios cubanos mas conocidos a ver si alguno habia publicado algo pero tampoco encontre nada. solo por eso lo hice, no porque me imaginara descubriendo el agua tibia.